Según la versión que nos brinda Tito Livio en Ab urbe condita (I, 57-58), Lucrecia era la hermosa y virtuosa mujer de Tarquinio Colatino, sobre cuya virtud éste apostaba en los campamentos con sus compañeros de guerra. Una noche, Sexto Tarquinio, enamorado de la belleza de Lucrecia y deseoso de mancillar tanta pureza, se metió en su lecho cuando ella dormía sola y la violó, amenazándola con una espada. Lucrecia no pudo soportar la ofensa y se suicidó ante su esposo y su padre, haciéndoles prometer a éstos que vengarían su honra perdida. Antes de clavarse un cuchillo en el corazón dijo estas aciagas palabras:
“Por mi parte, aunque me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo; en adelante ninguna mujer deshonrada tomará a Lucrecia como ejemplo para seguir con vida.”
Se absuelve de culpa, pero no se exime de castigo. Todas las mujeres del mundo te deben tanto, Lucrecia.
Lucas Cranach el Viejo, 1525-1530
Lucas Cranach el Viejo, h. 1530 (?)
Por las imágenes que ilustran la entrada deduzco que los Cranach’s parecen haber sido unos grandísimos difusores de esta mala nueva.
Algo obsesivo, sobre todo para el Viejo, que tiene unos cuantos más de los que aparecen aquí. Lo mismo pasa con Eva, la pintó innumerables veces. Me pregunto qué concepto tenían de la mujer. Y lo curioso -e irónico- es que la recatada y pura Lucrecia aparece en todos los retratos con esos turbadores senos desnudos…
Gracias por su visita.
Yo también pensé en eso cuando vi las imágenes. Supongo que es la muestra de su “no culpabilidad”, la evidencia de la carne expuesta, mancillada.
Lo único que puedo decir, en lo que estoy pensando ahora, es que “me eximo de culpa pero no de castigo”, es decir que ¿debe ser castigada? ¡Es la víctima! Menos mal que ya esa concepción no existe ya sobre la mujer, y lo mejor, no existe en ellas mismas.
Gracias, buen post.
Sí, menos mal. Aunque no todo el monte es orégano y en muchos lugares del mundo existen todavía muchas concepciones muy injustas…
Gracias por tu comentario.
Un saludo