¿Habéis conocido esa tristeza, efecto particular de los muros entre los que habitamos por primera vez? ¿Conocéis ese total desamparo, como un exilio en lo desconocido; ese abandono de uno mismo; el obstinado mutismo de esas cuatro paredes? Esos lugares sin recuerdos, que aún no guardan nada de nosotros, sin memoria alguna de los seres que nos son queridos; ese vacío sin retorno, ese orden, ese silencio, ¿os han producido algo más que melancolía?(…)
Yo he sufrido mucho tiempo, en todo lugar por el que he pasado; en todo lugar al menos en el que he experimentado esa muerte; y he investigado, escrutado, sondeado estas cosas, y jamás, no, jamás logré llegar a saber cómo podía sentirme tan triste, por qué la voluntad me había faltado en cada lugar donde apoyé la cabeza, en cada lugar por donde pasé. (…)
Una noche, una noche muy triste, descansaba en un cuarto de albergue. Estaba en un país casi bárbaro, sombrío…
Odilon Redon (1840-1916), “Noche de fiebre”.
Una historia incomprensible y otros relatos, Trad. Mercedes Roffé, Ed. Bajolaluna, 2010.